Houssay y Leloir son un ejemplo cabal del poder de la mentoría en su real y completa dimensión, en su relación y con sus respectivos discípulos, a quienes transfirieron un legado que hoy los trasciende.
“El Dire se sentaba en su silla y se dedicaba a pensar, podía hacerlo durante varias horas seguidas, inclusive días. El no movía sus manos si no había acariciado durante horas la idea de lo que iba a realizar. Disfrutaba pensar más que hacer experimentos, en general cuando los hacía ya sabía el resultado que iba a obtener. Como se puede ir puliendo diamantes en bruto.
Aceptábamos al Dire como líder intelectual y moral. En su forma de pensar había algo que no podíamos alcanzar. Era como que de tanto pensar había desarrollado caminos y formas por lugares que no eran accesibles para nosotros. El trataba de desarrollar en nosotros el hábito de pensar, puede haberlo hecho por docencia o necesidad de diálogo. Apoyaba nuestras ideas y las estimulaba o directamente ponía alguna de sus ideas como nuestras. A veces me decía: “Pensá, pensá hasta que duela la cabeza”.
El laboratorio era físicamente pobre, pero el Dire nos enseñaba a ser parecidos a él, teníamos a Messi.”
Roberto J. Staneloni. “Leloir. Un científico, un hombre”
Investigador discípulo de Leloir